UN RELOJ INTERMINABLE

Fue inevitable
recordar
el unicornio
el mar florido
la mariposa nocturna.


Algo me hacía sonreír
y el relato reveló
lo que había en el subtexto
lo que había guardado por tanto tiempo
aquello que la lengua de Shakespeare no había dicho.

Entonces el relato se desnudaba y acometía
como nunca había acometido.
Antes de que te mueras
declaraba en abierta rebeldía
cuando el mundo
parecía impulsar
hacia la superficie la vieja teoría de Darwin
junto con la sentencia de Nietzsche
“Dios ha muerto”.

En un reloj interminable
el flashback
continuaba repitiendo su pulso
mientras la oscuridad no quería soltar la mísera alfalfa
los dedos y su máquina de negación.

El caudal
continuaba sobrevolando la habitación
ella era el sabor
que sazonaba la tarde.
La pregunta
la mirada
la espalda
los glúteos
el silencio
el libro sobre la mesa.

Como un péndulo
resplandecía
e iba y venía por la elipse del deseo.

Acometía como nunca había imaginado.
Rozaba los átomos de la sangre
lo deseado se expandía en la fricción del oxígeno
los gemidos me diseminaban
en las aguas del tiempo.©





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